jueves, 8 de octubre de 2009

Sobre la capacidad de espera


Hemos venido hablando de la sexualidad de niños y adolescentes. Todas las clases y pláticas se dirigen a que ellos tengan información y sepan manejar esta área tan fundamental en sus vidas, pero lo que en realidad quisiéramos los padres es ¡que se esperen!. En efecto, en los años que llevo trabajando con sexualidad, erotismo, parejas, no he conocido un padre que prefiera que su hijo y menos su hija de una vez por todas inicie ya su vida sexual (sólo si ella tiene 30 años).

Todos desean que pueda esperar el momento correcto, la pareja correcta y sobretodo el estar en la edad correcta. ¿Cual es esa? Para algunos padres ¡Ninguna! Para otros que van ya integrando la idea de que el ejercicio erótico es parte del desarrollo saludable de sus hijos, quisieran sólo que fueran más maduros a la hora de comenzar.

Esto nos lleva a un tema muy trascendente para los niños y jóvenes de hoy, que tiene que ver con la capacidad de espera, el tolerar la demora en la satisfacción de una necesidad, en pocas palabras, la famosa tolerancia a la frustración. Esto implica que no importa que la amiga ó el galán presionen, que tenga muchas ganas, que le guste mucho alguien, que todo mundo lo haga, pues lo que importa es que ella ó el reflexionen, sepan pensar, sepan que es lo mejor para ellos y tomen la decisión correcta.

Saber demorar se practica en todos los terrenos, cuando posponemos el logro de la satisfacciones y no atendemos a todas las demandas de nuestros hijos inmediatamente. Se cultiva desde la más tierna infancia a través del “no”, del “más tarde”, del saber ganarse algo, del lograrlo por sí mismo.

Sabemos que cada vez más los niños y jóvenes muestran dificultades para que se les frustre, para tolerar la espera y eso inevitablemente se relaciona con un tipo de relación de demanda y satisfacción permanentes. Si así nos vamos manejando, ¿Cómo podemos pedirles que ahora si esperen para el sexo?

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